Generación JordiLauriana
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
Generación JordiLauriana

La Generación del Futuro.
 
ÍndiceBuscarÚltimas imágenesRegistrarseConectarse

 

 Primer capítulo

Ir abajo 
+5
lana54
cierva_de_cristal
Rod
kcerelian
Anyina
9 participantes
AutorMensaje
Anyina
Caminando hacia mis sueños
Anyina


Cantidad de envíos : 541
Edad : 35
Localización : nuse...pero el señor amable de la camisa blanca me lo dirá ^.^
Fecha de inscripción : 17/02/2008

Primer capítulo Empty
MensajeTema: Primer capítulo   Primer capítulo Icon_minitimeVie Mayo 23, 2008 12:57 am

Bueno... :S igual esto le correspondía a Europa... pero en el otro hilo se ha pedido, y lo cierto es que no suelo ver a esta chica mucho por aquí ^^' así que espero que no le moleste (con todas mis respetos, de verdad Very Happy jeje)



Citación :
Con Vistas al Cielo
Con vistas al cielo
África Vázquez Beltrán
Premio Jordi Sierra i Fabra 2008 de literatura para menores de 18 años



Todos tenemos una historia, que es la de nuestra propia vida. Los protagonistas de la mía son tres, y pienso en ellos desde que me pongo en pie hasta que me acuesto por las noches. Hoy que he cumplido un sueño quiero deciros lo feliz y orgullosa que me siento de ser vuestra hija y hermana. Este libro os lo dedico a los tres con todo mi amor.

1
Todavía no había salido el sol, pero Alba ya estaba en pie.
No le gustaba madrugar en la ciudad. De hecho, le ponía de mal humor. Sin embargo, amanecer en el Valle de Arán, a principios del mes de julio, con el fresco soplo de la brisa filtrándose a través de las persianas del dormitorio, resultaba delicioso.
La joven se miró al espejo y recogió su rebelde y oscura mata de pelo en una cola de caballo. Ya se había vestido con las ropas que había sacado de su bolsa de viaje la noche anterior, una camisa a cuadros blancos y rojos y unos pantalones vaqueros un poco rotos. En la ciudad acostumbraba a arreglarse, pero para estar con su abuela y sus primos no lo necesitaba. Alba era una chica extraña, y esto se reflejaba también en su forma de vestir.
La ventana estaba abierta. Era mejor ventilar los dormitorios muy temprano y bajar las persianas al mediodía para evitar que el bochorno se colara en casa. Volvió a mirarse al espejo y sus ojos, verdes y de tupidas pestañas negras, le devolvieron la mirada. Se había puesto morena durante el viaje de estudios, algo que no le hacía ninguna gracia. Le resultaba ridículo ver aquellas manchas marrones en la blanca tez que había heredado de su abuelo Martín. La tía Paloma comentaba a menudo que resultaba curioso contemplar las fotos de la boda de los abuelos, puesto que Martín era pálido y delicado y Aurora, en cambio, morena y de rasgos gatunos. En realidad, Paloma tampoco se parecía en nada a su hermana, Pilar, la madre de Alba, que en aquellos momentos estaría dirigiéndose a la inmobiliaria donde trabajaba sin descanso, y de quien su hija había heredado el carácter huraño y reservado.
Alba echó una última ojeada a la habitación. Ya había hecho la cama y recogido todos sus bártulos en el armario ropero. No era la primera vez que ocupaba ese dormitorio, situado en el segundo piso del antiguo caserón, pero hasta la fecha solo había habitado en él unos días, a lo sumo, una semana, y no durante los tres meses y medio de vacaciones, como haría ese año. Era una estancia cuadrada, austera, cuyo único mobiliario consistía en una cama antigua de colchón sin muelles y cabezal de hierro, una mesilla de noche de tosca madera, un tocador con espejo en el que antaño la abuela de Alba había guardado sus afeites y un colosal armario ropero. Cada una de estas piezas encerraba consigo toda una historia, ya que la casa había pertenecido a la familia desde hacía ya casi cuatro siglos y con ella la mayor parte de sus muebles y adornos. Alba se sobrecogía cuando pensaba que muchos antes que ella habían abierto sus puertas, pisado las baldosas y dormido en la vieja cama. Aunque si una presencia se imponía para ella por encima de todas las demás era la de su difunto abuelo, Martín Villegas Gil, que había pasado sus mejores días en aquella casa poco antes de arrojarse al monte fusil en mano a plantar cara al ejército franquista.
–¿Puedo entrar?
–He dejado abierta la puerta para eso, abuela.
Alba dirigió una sonrisa hacia la anciana que se hallaba en el umbral. A pesar de su avanzada edad, su aspecto no había desmerecido, seguía siendo una mujer pirenaica de los pies a la cabeza, enérgica e incansable. Se había puesto el delantal sobre el vestido azul y blanco de todos los días, y lucía unas cómodas y resistentes zapatillas que ella misma había fabricado. Su cabello cano conservaba aún la elasticidad de sus años de juventud, sus ojos de color
miel seguían brillando con determinación y, aunque el tiempo le había arrebatado algunos kilos y había surcado poco a poco su curtido rostro con pequeñas arrugas, Aurora podía probar con su mera presencia que había luchado codo con codo con los maquis del valle durante las épocas de dolor.
–Me sorprende que amanezcas tan temprano. Pilar dice que en la ciudad te presentas a comer.
–Es este valle –Alba miró a su abuela con seriedad–; esta casa, con sus recuerdos. No quiero perder el tiempo durmiendo.
–¿Perder el tiempo? –Aurora rió entre dientes y dio un amistoso golpecito en el hombro de su nieta–. En este viejo pueblo no hay mucho que hacer, aparte de ir a la iglesia. ¡Y tú y yo ni eso, que por algo somos ateas! Puedes perder todo el tiempo que quieras, querida mía, y tienes todo el verano por delante..
–Ya tengo algo en que pensar durante estas vacaciones –la muchacha esbozó una leve sonrisa y se dirigió hacia la puerta–. ¿Bajamos a la cocina? Te ayudaré a preparar el desayuno.
–Te recuerdo que tus primos no llegan hasta esta tarde. De momento estamos solas, a no ser que tu tía se presente a desayunar. Esa cabeza hueca es capaz de cualquier cosa... Lo que me recuerda a que, sobre las diez, deberías llamar por teléfono a Pilar.
–Anoche olvidé mirar si había cobertura en el valle –murmuró Alba, pensativa–. En cualquier caso, siempre puedo usar el teléfono de la tía.
–Hija mía, ¡qué bien nos podrían haber venido esos aparatos en otros tiempos! –Aurora sonrió y se detuvo junto a la puerta de la cocina, una de las pocas estancias de la casa que había sido reformada desde los tiempos de los bisabuelos de Alba, padres de Martín. Aunque las únicas modificaciones
habían consistido en instalar los adelantos pertinenetes: una nevera, una plancha eléctrica, una tostadora, una lavadora y el acceso al agua corriente. En cambio, Aurora se había negado enérgicamente a adquirir un lavavajillas, sosteniendo que lavar los platos era un quehacer necesario que prácticamente formaba parte de la sobremesa, así como tampoco había permitido que Paloma le comprase un horno eléctrico, ya que decía que ella podía cocinar perfectamente con gas. Alba no estaba completamente de acuerdo con estos razonamientos, pero admiraba que su abuela, a los ochenta y dos años, aún tuviese las ideas tan claras.
Además, Aurora era una de las pocas personas capaces de controlar el habitual mal carácter de su nieta.
–Bastará con unas cuantas tostadas para cada una –musitó la anciana, sacando el pan de la despensa–, pero tienes que desayunar bien, es muy importante si quieres sacarle partido al día.
–Gracias, abuela.
–Alba –los ojos dorados de Aurora estudiaron gravemente a su nieta–, sé que has venido al valle este verano para conocer cosas sobre tu abuelo.
Se hizo el silencio durante unos instantes. Alba se sentó en el viejo banco junto a la chimenea y miró hacia la ventana, a través de la cual se veía el campanario de la iglesia. A pesar de que estaba nublado, no parecía ir a echarse a llover. A Alba le habría fascinado pasar un invierno en el pueblo y encontrarse en esa misma cocina durante una de las colosales nevadas, pero su madre nunca lo había permitido. Hasta a la inflexible Aurora se le obligaba a marchar a la ciudad durante los meses más fríos.
La joven salió de su ensoñación y miró de nuevo a su abuela.
–Tengo una familia de la que puedo sentirme orgullosa y quiero aprender a conocerla como es debido.
Ninguna de las dos añadió nada mientras Aurora seguía preparando el desayuno. Alba siempre insistía en ayudarla, pero la anciana jamás se lo permitía. Su nieta era la encargada de poner la mesa y lavar los platos después de la comida y no debía hacer absolutamente nada más. Alba pensaba que aquella era la forma que su abuela tenía de demostrar a sus dos hijas, Paloma y Pilar, que podía valerse perfectamente por sí misma, lo cual estaba más que comprobado.
–A mi Martín le habría gustado mucho oírte hablar así –afirmó la anciana finalmente, y Alba y ella se sentaron en torno a la vieja mesa de la cocina. La joven sonrió un poco y, en silencio, se sumió de nuevo en sus pensamientos.
Su abuelo Martín había nacido en el seno de una familia de ideas republicanas en el año 1917. Tenía tres hermanos, todos varones, a los cuales asesinarían durante la Guerra Civil junto a su padre, el bisabuelo de Alba, y un gran número de amigos y vecinos, lo que dejó a Martín, con apenas veinte o veintiún años, al frente de una familia sumida en la pobreza y el terror.
El joven se había casado con Aurora, una muchacha del valle que, si bien no era la más guapa, tenía bonitos ojos y una determinación que traía a los chavales de cráneo. Aurora vivía en un pueblo de las proximidades y le había sido arrebatado todo cuanto tenía. Su madre había muerto al darle a luz, no tenía hermanos, y su padre había sido asesinado por el ejército fascista.
La muchacha se trasladó al caserón del valle y vivió junto a su joven marido un par de años, ayudando a los maquis que se trasladaban de un lado a otro de la
frontera. Finalmente, Martín no pudo soportar aquella situación y marchó al monte para unirse al grupo de la resistencia antifascista, dejando a Aurora y a la que entonces era su única hija, Paloma, Aurora amaba a su esposo, y apoyó su decisión hasta el último momento, y siguió ayudando a los clandestinos del monte aun cuando ya había perdido toda esperanza de volver a ver a Martín con vida. Llevaba el espíritu de la República en el corazón y aunque, a ojos del Estado, era tan solo una joven viuda que cuidaba de sus dos hijas en un valle dejado de la mano de dios, resultó ser de gran ayuda para los maquis de la zona hasta 1963.
Volver arriba Ir abajo
Anyina
Caminando hacia mis sueños
Anyina


Cantidad de envíos : 541
Edad : 35
Localización : nuse...pero el señor amable de la camisa blanca me lo dirá ^.^
Fecha de inscripción : 17/02/2008

Primer capítulo Empty
MensajeTema: Re: Primer capítulo   Primer capítulo Icon_minitimeVie Mayo 23, 2008 12:57 am

Citación :
Paloma y Pilar fueron enviadas a estudiar a un internado en la ciudad. Aurora creyó que esto era lo más conveniente hasta que alcanzaran la mayoría de edad, y pudiesen adquirir un piso de estudiantes para cursar una carrera en la universidad. La vida en el valle no era la más adecuada para dos adolescentes, y menos en aquellos tiempos donde, a pesar de todas sus precauciones, la abuela de Alba temía ser arrestada un buen día y que sus hijas acabasen pagando las consecuencias. Sin embargo, Aurora nunca se planteó dejar el valle; primero, porque aguardaba el regreso de Martín, y, años después de que aquellos policías llamaran a su puerta para certificarle la muerte de su marido, porque aquel antiguo caserón estaba impregnado de los recuerdos del hombre que ella había amado y amaría eternamente.
Martín había muerto a finales de la Segunda Guerra Mundial, le dijeron los policías. Tras adentrarse en Francia para enrolarse en el ejército aliado, hizo algunos amigos y no pocos enemigos. Martín era un joven vivaz y resuelto que creía de veras que se podía ganar la guerra. Luchó ferozmente en el frente durante un par de años hasta que fue capturado por los nazis y dio con sus
huesos en el campo de concentración de Auschwitz-Bikernau, situado en las proximidades de Cracovia y aún hoy considerado el más cruento de los campos de exterminio. Aurora no había localizado a ningún superviviente de la masacre con quien hubiese podido hablar de Martín y, cincuenta y cinco años después de la liberación de Auschwitz, seguía sin saber siquiera la fecha exacta de la muerte de su marido.
Toda esta historia la había oído Alba una y otra vez y, aunque era consciente de que por mucho que investigara jamás averiguaría la verdad sobre la muerte de su abuelo (lo había intentado ya numerosas veces utilizando internet, pero solo había encontrado un par de menciones de pasada y su nombre en la lista de deportados españoles a Auschwitz-Bikernau). Quería ahondar en su pasado, llegar a conocerle; poder imaginar su infancia en la casa de sus padres, su adolescencia llevando a pastar el ganado de su tío Luis, su juventud cortejando a la irresistible Aurora, y su vida hasta el día en que se adentró en el monte para no volver jamás. Martín había sido un chaval muy guapo y, aunque su nieta guardaba celosamente su fotografía en el neceser, oculta del resto de las miradas, era su espíritu y no la belleza de su rostro lo que Alba quería descubrir aquel verano
–Voy a darte la llave del despacho –Aurora se puso en pie lentamente y llevó una de sus huesudas manos hasta el bolsillo de su delantal–. No dudo en que sabrás mostrarte respetuosa con lo que allí se guarda.
–Si lo prefieres, abuela, me conformo con entrar cuando tú estés en casa para abrirme la puerta –añadió Alba–. Comprendo que es algo muy personal.
–Querida mía –la muchacha advirtió un brillo divertido en los ojos dorados de su abuela–, confío plenamente en tu discreción. Quizá hayas heredado el mal humor de tu madre, pero sé de sobra que eres respetuosa con los viejos recuerdos. Ten –y le tendió una llave de plata ennegrecida.
Alba, tras vacilar un instante, la tomó y la colgó del bolsillo de sus pantalones vaqueros para no extraviarla. Después, miró a su abuela con gravedad.
–Entraré solo dos veces a la semana, los miércoles y los domingos. Trabajaré los lunes, los martes y los jueves, y el viernes y el sábado los libraré.
–Me gusta que seas tan organizada –Aurora se dirigió a la pila, dispuesta a lavar los platos del desayuno–. Si lo fueses también a la hora de estudiar, probablemente habrías obtenido la matrícula de honor de tu Bachillerato.
–Eso ni en broma –rió Alba secamente–. Nunca he sido una estudiante brillante, abuela, eso se lo dejo a otras personas.
–Anda, vamos –atajó Aurora–. Es miércoles, de modo que empieza a entrar en faena.
La joven asintió con la cabeza y salió al rellano. Sin embargo, no subió ningún peldaño, ya que el despacho se encontraba en el primer piso, al igual que la cocina. La planta baja había estado destinada, desde siempre, a la despensa, y la habitación a la que Alba se dirigía quedaba aislada por un corredor al que se accedía a través de una cortina de tosca tela. Siempre le había causado un temor reverencial acceder a aquella estancia, llena de viejos recuerdos, y por un momento se preguntó si estaba preparada para investigar en ella a su antojo.
La llave entró fácilmente en la cerradura, lo que indicaba que Aurora cuidaba mucho aquel despacho a pesar de que el paso de los años había deteriorado
sus muebles. Alba advirtió que todo estaba, como siempre, perfectamente ordenado, y entornó cuidadosamente la puerta tras de sí. A su derecha estaba el viejo escritorio, todavía provisto del papel y los sobres que había empleado Martín, con su silla de tosco cuero y el cómodo reposapiés. A la izquierda había una hilera de vitrinas que contenían numerosos libros y manuales, algunos de los años treinta y otros que se remontaban a dos siglos atrás y que Alba jamás habría tenido el valor de tocar. Al fondo del despacho estaban el armario, un mueble de madera oscurísima que contenía cajas llenas de fotografías y cartas varias, y el banco de mimbre donde Aurora se había sentado a coser durante las tardes de invierno. Sobre este banco había colgado un crucifijo, algo que en principio había sorprendido a Alba, ya que sus abuelos jamás habían sido creyentes. Sin embargo, poco después había descubierto que aquel había sido de su tatarabuela, muy devota, y que nadie en la familia, ni siquiera Aurora, había querido retirarlo por respeto a la difunta. En el rincón entre la pared derecha y el armario había una jaula vacía de latón dorado, objeto que siempre había llamado la atención de la muchacha. La abuela le había explicado que el padre de Martín criaba tórtolas, que pedía expresamente que le enviasen desde la ciudad, y el propio Martín, a los seis años, había metido un pobre polluelo en aquella jaula, causando el enojo del bisabuelo de Alba y la hilaridad de toda la familia. A Alba le encantaba oír aquella historia cuando era pequeña y disfrutaba imaginándose la cara que habría puesto su madre de haber aparecido ella en medio del salón de su casa con una jaula y un pobre polluelo dentro de ella.
Se dirigió silenciosamente hacia las vitrinas y echó un vistazo a los libros. Nadie parecía haberlos tocado desde la última vez que Alba había pisado ese
despacho, hacía ya un año. Pasó una de sus blancas manos por la madera del escritorio, acarició las cortinas de terciopelo rojo y encaje blanco y se detuvo frente a los barrotes de la jaula, tocándolos suavemente con el dedo. Solo cuando hubo hecho esto, se sintió capaz de detenerse en medio del despacho e iniciar de una vez por todas la investigación que había planeado durante todo el curso.
En aquel lugar se guardaban todos los secretos de su abuelo Martín y ella, Alba, iba a descubrirlos poco a poco.
No tenía ninguna prisa ni aspiraba a hallar ninguna pista crucial el primer día, de modo que escogió el armario donde se guardaban las cartas y fotografías de la familia como primera parada.
Las puertas no chirriaron al ser abiertas, aunque una de ellas se atascó y Alba tuvo que tirar con fuerza del pomo de latón dorado, muy similar al de la jaula, para abrirla del todo. Encontró un gran número de cajas polvorientas de cartón, nueve en total. Todas eran grises y estaban sujetas con gomas. Escogió una al azar, la primera de todas. No tenía ningún tipo de rótulo. Alba la depositó cuidadosamente sobre el escritorio y retiró las gomas. Tan pronto como la abrió, comprobó que estaba llena hasta los topes de viejas fotografías. Habría preferido que fuesen cartas o documentos pero, en verdad, tenía tres meses por delante y tan solo nueve cajas, por lo que podía dedicarse, si lo deseaba, a la minuciosa observación de aquellas imágenes sin que aquello supusiera una pérdida de tiempo.
Se sentó en la silla de cuero antes de tocar el contenido de la caja y se dispuso a echar un vistazo a las fotografías. La primera de todas era la de un preadolescente de largo cabello y flequillo rebelde apoyado contra el marco de
una puerta. Alba reconoció la entrada del caserón y a su abuelo que no debía de tener más de diez u once años. La muchacha sonrió un poco al advertir la expresión de impaciencia del pequeño Martín y buscó la siguiente fotografía. Su abuelo, algo más crecido, se encontraba en una especie de estudio, vestido con un elegante trajecito y sentado muy tieso al lado de sus tres hermanos. Alba escogió un tercer retrato en el que un Martín de no más de diecisiete años, muy serio, miraba fijamente a un punto situado un poco hacia la derecha del fotógrafo. Vestía un elegante traje y, aunque la imagen estaba algo sobada, Alba advirtió perfectamente el gesto firme de sus labios y el brillo de determinación en sus ojos oscuros.
Comprobó entonces que, dentro de la misma caja, había un sobre de papel en el que rezaba «Auschwitz». La joven palideció ligeramente. No estaba segura de querer ver esas fotos, que le habían sido enviadas a su abuela mucho después de la liberación del campo. Eran los seis o siete documentos gráficos que probaban que Martín Villegas Gil había estado recluido en el campo. Los escritos se encontrarían, probablemente, aparte. Alba titubeó y, finalmente, respiró hondo y tomó el sobre con las dos manos.
Algo le decía que no estaba preparada para ver esas fotografías y, sin embargo, se sorprendió a sí misma abriendo cuidadosamente el sobre y extrayendo la primera de ellas.
Afortunadamente, solo aparecía el busto de su abuelo Martín, a la izquierda de frente y a la derecha de perfil. Tenía el cráneo afeitado y vestía un ajado pijama a rayas. Alba advirtió que en su pechera alguien había prendido un triángulo de tela invertido y, junto a este, un cartelito en el que se leía una especie de número de serie.
De modo que aquella foto había sido tomada en un campo de concentración. Un mero formalismo, probablemente. Alba trató de ver algo más en los ojos de su abuelo, pero solo leyó en ellos una indiferencia que nada tenía que ver con el brillo travieso de los del muchacho que se encontraba de pie junto a la puerta de su casa.
Acarició el papel plastificado y, finalmente, lo depositó de nuevo en el sobre. La imagen que le seguía era la de un grupo de jóvenes apiñados junto a los raíles de un tren, pero estos todavía conservaban el cabello y, al parecer, sus propias vestimentas. Cuando Alba iba a mirarlos con detenimiento, escuchó voces en el piso de abajo. Instantáneamente, la de su tía Paloma se hizo oír por encima de las demás.
–¡Alba! ¡Ya estamos aquí!
La joven reprimió una sonrisa, y guardó con mimo la segunda fotografía sin detenerse a mirarla dos veces. Tendría tiempo de sobra cuando estuviese sola y, a pesar de que apreciaba a sus alocados primos y a su atolondrada tía, le habría horrorizado la simple idea de verlos husmeando en su precioso despacho. Rápidamente guardó el sobre en la caja y la caja en el armario y, para cuando su abuela subía las escaleras lanzándole miradas de advertencia, Alba ya había cerrado la puerta y colgado la llave del bolsillo de sus pantalones vaqueros.
Aurora respiró, aliviada, y dedicó una leve sonrisa a su nieta. La muchacha se la devolvió. El incesante parloteo de su tía pronto invadiría la casa, pero aquel despacho era su secreto, solo suyo, suyo y de su abuelo Martín.
Volver arriba Ir abajo
Anyina
Caminando hacia mis sueños
Anyina


Cantidad de envíos : 541
Edad : 35
Localización : nuse...pero el señor amable de la camisa blanca me lo dirá ^.^
Fecha de inscripción : 17/02/2008

Primer capítulo Empty
MensajeTema: Re: Primer capítulo   Primer capítulo Icon_minitimeVie Mayo 23, 2008 12:59 am

bueno, he tenido que dividirlo porque era demasiado largo y no cabía >.<

simplemente decir que es un capítulo sublime. no me extraña en absoluto que haya recibido el premio, y entiendo a la perfección lo que dijeron los miembros del jurado acerca de la sencillez. un estilo increible, de verdad

me ha encantado ^^ (y me ha dejado con la intriga ¬¬!)

jaja

disfrutadlo

Razz
Volver arriba Ir abajo
kcerelian
Caminando hacia mis sueños



Cantidad de envíos : 89
Edad : 33
Localización : Entre el sueño y la vigilia
Fecha de inscripción : 17/02/2008

Primer capítulo Empty
MensajeTema: Re: Primer capítulo   Primer capítulo Icon_minitimeSáb Mayo 24, 2008 1:06 pm

Gracias por colgarlo Anyina^^. Está muy bien, a ver si sale pronto...

Kce.
Volver arriba Ir abajo
Rod
Caminando hacia mis sueños



Cantidad de envíos : 32
Fecha de inscripción : 03/04/2008

Primer capítulo Empty
MensajeTema: Re: Primer capítulo   Primer capítulo Icon_minitimeSáb Mayo 24, 2008 1:58 pm

Escribe bien. Pero no me gusta.
Volver arriba Ir abajo
cierva_de_cristal
Caminando hacia mis sueños
cierva_de_cristal


Cantidad de envíos : 291
Edad : 27
Localización : Donde los sueños siempre se cumplen
Fecha de inscripción : 17/02/2008

Primer capítulo Empty
MensajeTema: Re: Primer capítulo   Primer capítulo Icon_minitimeSáb Mayo 24, 2008 2:00 pm

Bueno cada cual tiene su opinión.

A mi me ha encantado, pero seguro que tiene mucho contesto histórico y va a ser una de esas novelas memorables.

Buen trabajo Europa !!
Volver arriba Ir abajo
Anyina
Caminando hacia mis sueños
Anyina


Cantidad de envíos : 541
Edad : 35
Localización : nuse...pero el señor amable de la camisa blanca me lo dirá ^.^
Fecha de inscripción : 17/02/2008

Primer capítulo Empty
MensajeTema: Re: Primer capítulo   Primer capítulo Icon_minitimeSáb Mayo 24, 2008 6:36 pm

Rod escribió:
Escribe bien. Pero no me gusta.

qué es lo que no te gusta? el tema o qué? (simple curiosidad, en serio ^^' jeje)

yo es que me leí la que (creo) fue primera versión (o algo parecido XD) y la verdad es que tengo mucha curiosidad por saber hasta que punto ha cambiado la historia...

Razz
Volver arriba Ir abajo
Rod
Caminando hacia mis sueños



Cantidad de envíos : 32
Fecha de inscripción : 03/04/2008

Primer capítulo Empty
MensajeTema: Re: Primer capítulo   Primer capítulo Icon_minitimeDom Mayo 25, 2008 6:34 pm

Anyina escribió:
Rod escribió:
Escribe bien. Pero no me gusta.

qué es lo que no te gusta? el tema o qué? (simple curiosidad, en serio ^^' jeje)

yo es que me leí la que (creo) fue primera versión (o algo parecido XD) y la verdad es que tengo mucha curiosidad por saber hasta que punto ha cambiado la historia...

Razz

Jajajaja. Anyina, siempre que hablo me rebates. Voy a empezar a pensar que te gusto.

Pues no me gusta como abarca el argumento. Que en el primer capítulo ya lo explique todo. La relacion entre los personajes... El tema no se ni si me gusta, aun no he leido el libro.
Claro que pienso comprarlo, pienso comprarlo... aun no puedo criticar, eso sta klaro
Volver arriba Ir abajo
Anyina
Caminando hacia mis sueños
Anyina


Cantidad de envíos : 541
Edad : 35
Localización : nuse...pero el señor amable de la camisa blanca me lo dirá ^.^
Fecha de inscripción : 17/02/2008

Primer capítulo Empty
MensajeTema: Re: Primer capítulo   Primer capítulo Icon_minitimeLun Mayo 26, 2008 10:29 pm

si... la verdad es que se hace difícil opinar sobre un solo capítulo... ^^'

a ver si lo sacan ya y tenemos más carne donde hincar el diente Cool jajaja

pero de todas formas a mí sí que me ha gustado XD aunque te doy la razón en eso de que da todos los detalles desde el principio... pero me gusta la sencillez del estilo que ha usado, es difícil hacerlo fácil sin pasarse y parecer que esa es la máxima complejidad que tu mente puede soportar XD

Razz
Volver arriba Ir abajo
lana54
Caminando hacia mis sueños



Cantidad de envíos : 121
Edad : 33
Fecha de inscripción : 25/02/2008

Primer capítulo Empty
MensajeTema: Re: Primer capítulo   Primer capítulo Icon_minitimeDom Jun 08, 2008 4:06 pm

Tengo pendiente leerlo, a ver si a finales de semana puedo, que seguro que está genial Smile por lo menos, por lo que leí en el foro de Laura Gallego, me pareció que escribía muy bien Smile
Volver arriba Ir abajo
Ayuru
Caminando hacia mis sueños
Ayuru


Cantidad de envíos : 32
Edad : 33
Fecha de inscripción : 17/02/2008

Primer capítulo Empty
MensajeTema: Re: Primer capítulo   Primer capítulo Icon_minitimeJue Jun 26, 2008 10:24 pm

Me gusta mucho o.o como está escrito y el tema, engancha fácilmente y se lee con agilidad ^^ Alba me ha caido bien enseguida, y tengo curiosidad por la historia de Marín ·3·

Rod escribió:
Pues no me gusta como abarca el argumento. Que en el primer capítulo ya lo explique todo. La relacion entre los personajes...
Bueno, si lo explica todo en el primer capítulo, sus razones tendrá o.O esa es la historia sobre Martín muy por encima, en la que Alba va a ir profundizando a lo largo de la novela... se tiene que conocer desde el principio, sino, ¿dónde está el argumento? xD yo no lo veo acelerado en absuluto, no sé... ._.

Jo, qué ganas tengo de leerlo entero T//T
Volver arriba Ir abajo
zhagö
Caminando hacia mis sueños



Cantidad de envíos : 304
Edad : 33
Localización : en La Tierra de Aza ^^"
Fecha de inscripción : 28/06/2008

Primer capítulo Empty
MensajeTema: Re: Primer capítulo   Primer capítulo Icon_minitimeJue Jul 03, 2008 6:48 pm

Pues a mí me ha encantado... ^Europa^, con las historias a las que nos tenías acostumbrados en LGG aquí has dado un salto tremendo, primero porque esto es muy real y duro. Segundo, porque se nota un cambio en cuanto a como escribes qeu te deja así Shocked (y lo bien que vienen los emoticonos, qué, eh??)

Cuando ahorre lo suficiente, me lo compraré (este, y el de Jara, y el anterior... eso es ahorrar bastante más) y ya me explayaré más en el comentario.


Sólo una duda: te dejaron corregir algún detalle después de haber ganado? ¿o corrigieron ellos alguna cosa del libro? Simple curiosidad.

No lo veo acelerado, lo veo como la introducción, la preparación... si ha ido a pasar allí el verano ha sido para encontrarse con su abuelo, así que eso tiene que decirlo al principio, no?

Debió de costar muchísimo trabajo encontrar la información histórica y situarse en ese marco, no?

Así que nada, felicidades Europa (que aún no te lo había dicho) y ahora, a seguir escribiendo!
Volver arriba Ir abajo
http://fotolog.com/x_iceltic_x
Portinari
Caminando hacia mis sueños
Portinari


Cantidad de envíos : 33
Edad : 33
Localización : Deep into the darkness
Fecha de inscripción : 07/07/2008

Primer capítulo Empty
MensajeTema: Re: Primer capítulo   Primer capítulo Icon_minitimeMar Jul 08, 2008 1:17 am

zhagö escribió:
Sólo una duda: te dejaron corregir algún detalle después de haber ganado? ¿o corrigieron ellos alguna cosa del libro? Simple curiosidad. [...]felicidades Europa (que aún no te lo había dicho) y ahora, a seguir escribiendo!

Eso mismo pregunto yo, y también te felicito por vigésimo quinta vez por el éxito cyclops
Volver arriba Ir abajo
Dean
Limpiador Oficial del Foro



Cantidad de envíos : 119
Edad : 31
Localización : Valladolid
Fecha de inscripción : 25/07/2008

Primer capítulo Empty
MensajeTema: Re: Primer capítulo   Primer capítulo Icon_minitimeDom Jul 27, 2008 10:01 pm

Buah...me gusta mucho el estilo con el que narra, cuidado pero agil,perfecto xDD Y el argumento promete...

Tengo muchas ganas de leerlo entero, para hacer una critica con un poco mas dechicha que esta...y para disfrutarloobviamente tambien xDDCuando sale?

Felicidades, europa!!
Volver arriba Ir abajo
Contenido patrocinado





Primer capítulo Empty
MensajeTema: Re: Primer capítulo   Primer capítulo Icon_minitime

Volver arriba Ir abajo
 
Primer capítulo
Volver arriba 
Página 1 de 1.
 Temas similares
-

Permisos de este foro:No puedes responder a temas en este foro.
Generación JordiLauriana :: Ganadores del JSiF :: Con vistas al cielo-
Cambiar a: