Abykame Caminando hacia mis sueños
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| Tema: Setenta y dos mil segundos [RC] Jue Jun 26, 2008 5:52 pm | |
| Setenta y dos mil segundos Solo son diez minutos los que paso siempre en el metro. Dos veces al día. Cinco días a la semana. Todas las semanas del año exceptuando el verano. Son veinte minutos al día. Seiscientos segundos a la mañana y seiscientos a la tarde. A las ocho menos veinticinco y a las cinco y treinta y cinco. Seis mil segundos a la semana. Veinticuatro mil segundos al mes. Así durante tres meses. La vi durante setenta y dos mil segundos en toda mi vida.
Todo comenzó el dos de Enero de este mismo año. El metro era un lugar sobrio, lleno de gente, agobiante, en el cual pasaba siempre un rato largo y aburrido. Me sentía siempre somnoliento, embotado y sin ganas de acudir al trabajo. Pero, ¿quién ansía encerrarse frente a un ordenador de fría dentadura letrada cuando el sol ni siquiera despunta en el horizonte? Más bien parece que aún reluce en poniente del día anterior. No reparé en ella en un principio. He de admitir que no me percate de su presencia hasta una semana después. Seis mil segundos desperdiciados. Se acomodaba siempre, como podía, junto a las puertas automáticas, repeliendo de este modo la marea de gente en su mayoría. Llevaba por lo general abrigo, ya fuera de color oscuro o de beige. Le gustaban los tonos claros y sus ojos eran del color del cristal de murano expuesto al sol. Su cabello era como el de cualquiera, de color oscuro y desapercibido. Sus formas no eran diferentes, camuflándola bien. Algo bajita y con las caderas anchas, sus hombros parecían a punto de quebrarse de fragilidad. Me disculpa la torpe excusa de que ella no me miró hasta tres días después. Tres mil seiscientos minutos aguardé su mirada. No me jactaré de amor a la primera vista pues nuestro enamoramiento fue torpe y tropezoso. Pero aprendía apreciar que ella subía dos paradas más allá de la mía y que bajaba después de que yo me perdiera en las calles frías de la ciudad. No hubo palabras, salvo las que a nuestro alrededor se formaban de labios de extraños que no sabían anda de nosotros dos. Y tampoco éramos nosotros conscientes de lo que era le otro más allá de esos seiscientos minutos que pasábamos en el metro mirándonos. Mirándonos sin más. Sus ojos de murando fijos en los míos de lapisluz mal labrada. Y a nuestro alrededor seguían revoloteando las palabras ajenas que, al menos yo, en mis oídos transformaba en frases de amor. Les daba tono femenino, el tono del viento y la brisa del mar. Imaginaba que eran sus labios y no otros quienes lo susurraban del otro lado de la puerta. Pensé que eran frases de amor para mi corazón. Solo puertas de metal, automáticas, y gente nos separaban a uno del otro. Las puertas quedaban a un lado, sin interrumpir. La gente se podía apartar. No obstante nos quedamos cada uno a nuestro lado. Ella a la derecha, yo a la izquierda. Nunca cruzamos aquel escaso metro que nos separaba. Y ahora no dejo de preguntarme por qué. En efecto tales segundos, tales minutos, tales horas acumuladas, fueron los mejores de mi vida. Pero, en cierto sentido, y un sentido muy amplio, esos segundos fueron desperdicio. ¿De cuántos segundos, minutos, horas, días, semanas, ¡años!, podríamos haber disfrutado de haber cruzado ese espacio? ¿Y de haber susurrado, dicho, exclamado, gritado, murmurado, una palabra? ¿Una frase amor cuánto habría causado? ¿Qué acontecimientos, dichas, felicidades, alegráis y eternidades habrían desencadenado? Todos los días, sin falta, cogía el metro. Ya no estaba adormilado, somnoliento o abotargado, solo esperaba con ilusión y esperanza su mirada de murano, ricamente labrado. Y, día tras día, ella acudía. Una cita silenciosa, una cita no dicha, a la que ella respondía. Dicha incierta pues un día, ella desapareció. Simplemente dejo de acudir. Ese día, al pasar por su estación, no entró. Al instante sentí desaliento, vacío y frío. “Enfermedad”, pensé, rogué, recé. Solo deseaba volver a verla y día tras día, semana tras semana, mes tras mes y, seguramente, año tras año, monto y seguiré montando en ese tren. A pesar de ya saber que no estará ahí.Fin~
Última edición por Abykame el Vie Jun 27, 2008 6:39 pm, editado 1 vez | |
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REICH Caminando hacia mis sueños
Cantidad de envíos : 428 Edad : 32 Localización : Carabanchel, cuna de Rosendo, Alfredo Gomez Cerda y Manolito Gafotas. Fecha de inscripción : 19/06/2008
| Tema: Re: Setenta y dos mil segundos [RC] Vie Jun 27, 2008 3:08 pm | |
| Pues deberias haber quedado entre los primeros puestos jaja porque es realmente bonito. | |
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