Acuarela [RC]

Comentarios Aquí




Me gustaría saber si alguna crítica desalmada, pero con buen corazón, quisiera hacer una valoración de este relato corto que acabo de escribir.
Besos!!!

ACUARELA
Desde que alcanza mi memoria, la acuarela de la misteriosa casa de verano ha estado siempre colgada en la pared de la sala de estar. Cuando era más pequeña, mientras mis padres, después de la cena, se enfrascaban con las series policíacas y las películas de Hollywood que echaban por la televisión, yo me sentaba en una silla de mimbre y me quedaba quieta, muy quieta, contemplando la acuarela. Los trazos, los mágicos colores en forma de gotitas, los mil y un misterios que se escondían tras cada una de las pinceladas, me atrapaban y ensimismaban durante horas.
La casa de la acuarela, de dos plantas y construcción de madera, tenía un tejado plagado de matices azulados y grisáceos y estaba cercada por una valla de madera que avanzaba entre los parterres florecidos, rodeando toda la casa. A su vera avanzaba un camino de piedra de color indescifrable y, a lo lejos, se recortaban dos colinas color azulón sobre el cielo blanquecino. Era imposible averiguar si la acuarela representaba un día neblinoso o soleado, pero siempre había pensado que era éste último, pues las flores de colores y bien tiesas parecían querer alzarse y rozar con sus pétalos el sol. Además, las veces que me acerqué al cuadro hasta encontrarnos la obra de arte y yo tan sólo separados por unos escasos centímetros, juré distinguir entre las tejas de la casa unas gotas de pintura dorada, como si fuese los rayos de un sol madrugador y campestre que arrancaba destellos de las tejas humedecidas por el rocío.
Mi madre decía que aquel cuadro me tenía hechizada; y así era.
Por eso, cuando me consideró lo bastante mayor y responsable como para no estropearlo, el verano en que cumplí mis quince años, decidió regalármelo y colgarlo en mi habitación.
Noche tras noche abría le ventana, dejando entrar la brisa nocturna y los rayos de la luna, y me tumbaba sobre la cama para poder contemplar desde ella mi mágica acuarela.
Pero cuando un día la luna llena arrancó chispas plateadas del cuadro y éste empezó a temblar, atrayéndome hacia él y alejándome de mi habitación, cuando abrí los ojos y me encontré, tirada en el suelo, frente a la casa de la acuarela, entonces comprendí que había empezado mi gran aventura.