†Escape from The Doll House† [Relato corto]

Este relato lo he presentado a un mini-concurso del foro pero me ha encantado tanto que creo que provaré a buscar alguno más o menos oficial. Si sabéis de alguno, avisadme please^^-

espero que os guste.




†Escape from The Doll House†



La lluvia caía sobre los cristales de la mansión y se deslizaba por la ventana hasta llegar a la repisa. Afuera no había tormenta, solamente un lluvia fina, fría e interminable. Llevaba horas lloviendo. El cielo lloraba y ella no sabía cuando terminaría. ¿De dónde procedían aquellas lágrimas? Eran sollozos silenciosos que nadie parecía atender.
Al otro lado de la calle una figura menuda sujetaba un paraguas negro. Este le cubría parcialmente la cara. El vestido, negro y de volantes múltiples, le alcanzaba casi las rodillas, cubiertas de largas medias y los zapatos de charol con una simple flor al frente estaban mojados. No había tráfico y allí estaba la muchachita, sujetando su paraguas, mirando hacia la casa desde la cual la otra la observaba.
Una tercera figura cruzó la calzada sin mirar a los lados. No había peligro. La falda roja cubierta de gasas y puntillas negras se agitaba al aire. Llegó junto a la doll que observaba la mansión y habló con ella. La lluvia le mojaba el cabello blanco, níveo, que caía con pereza sobre su espalda. La doll miró a la muchacha y asintió.
La siguió cuando regresó a la casa.

El jardín estaba bien cuidado. Era amplio, enorme, y el césped crecía bajo y cuidado al igual que los árboles y las plantas. En la terraza había una mesita de patas hermosamente decoradas y tres sillas a su alrededor. No había nadie allí sentado. Las tres tazas de porcelana, vacías menos una, se encontraban abandonadas junto a la bandeja decorada con rosas negras y la tetera blanca. Y seguía lloviendo.
Una nueva doll había llegado a la casa y ella bajo las escaleras. No corrió. El vestido se lo impedía. Todas llevaban vestidos. Pero ningún vestido era igual a otro. Al igual que todas las dolls eran diferentes. Como pequeñas muñequitas de una extraña colección eran todas diferentes. El lazo de gasa oscura le decoraba el pelo cuando llegó a la gran puerta de madera que acababa de abrirse.
La nueva doll entró, con su paraguas aún abierto, con el pelo negro mojado y los ojos muy abiertos. Estaba sorprendida y su guía le sonrió y presentó a la de las escaleras. La conversación fue corta. Las sonrisas, eternas.
La doll rió. La otra se tapó los labios pintados con las manos pálidas. La tercera observó la ventana.
La lluvia también era eterna. Como el tiempo.

El silencio reinaba en Doll House. Era una mansión de varios pisos de altura, grandes ventanales y amplios salones. En la segunda planta la doll volvió a tumbarse en el sillón. El vestido negro se extendió y ella miró afuera. No se veía el sol entre la lluvia y las nubes. El cielo parecía despejado pero aquellas nubes eran reales como la vida misma. Como la vida que había fuera de la casa.
Dentro su vida era una vida de muñeca.
Muñequitas de hermosos ojos pintados y labios finos y delineados. De manos delgadas y pálidas y lazos bien atados a la cintura. De vestidos y medias a rallas blancas y negras. De sonrisas y nunca lágrimas. Las lagrimas no eran suyas. Eran del cielo gris.
Apoyó la mano sobre la ventana. Hasta la muñeca llevaba el guante que bajaba desde el codo. El lazo de las dos cintas era largo, más grande que su mano y a veces se deshacía. Cada mañana necesitaba ayuda para hacerlo. El cristal estaba frío, helado, gélido. Añoraba el sol, cálido, que calentaba la ventana y su vestido negro.
Apoyó la fría mejilla en la superficie. Añoraba el sol. Añoraba la libertad. Ahora solo tenía cabida la nostalgia en su corazón. Un corazón lento. Que apenas palpitaba. Lo notaba. Lo oía. Era sencillo.
Otra doll entró en el salón barroco. Se acercó a ella y se sentó a su lado. También su vestido derramó las faldas sobre el sofá. Ella sonrió. La segunda se apoyó contra ella y le acarició la mejilla con un dedo. Reía. Una risa candida. Una risa alegre. Falsa. Hermosa. Una risa perfecta.
Las dos dolls jugaron, riendo. Pero no hablaron.
Apenas hablaban nunca.

Los ojos eran botones negros, dos pozos oscuros, frías pupilas inexistentes con cuatro agujeros. Una hebra de hilo salía bajo uno. Iba a desprenderse un día. No importaba. La Abuelita lo cosería. Ella siempre las ayudaba. No sabía su nombre, quizá lo supo, pero lo olvido. En realidad no conocía ningún nombre de la gente que habitaba la mansión. Ni siquiera el suyo propio.
Era lo que más nostalgia le daba.
A pesar de que un nombre siempre recordaba. Poo. Abrazó al osito contra su pecho. Las piernas no le llevaban a suelo, con las puntas de los zapatos brillantes y oscuros rozándolo. La taza de té sobre la mesa humeaba.
Estaba caliente en comparación con sus manos frías, pero la tomó y se la llevo a los rojizos labios. Frente a ella estaba una de sus compañeras, de cabello rubio blanquecino. Los labios pintados destacaban sobre su piel de porcelana.

Supo que tenía que irse.

Abrazó al ositio. Quería despedirse. Lo sentía. Pero tenía que irse. Tenía que hacerlo. O sería una de ellas. Ya lo era, lo sabía. Era inútil decirse lo contrario. Y, aún así, quería escapar. Escapar de la Doll House.
Dejó a Poo en el sofá y se acercó a la ventana. Un sentimiento afloraba en su interior. Uno tras tanto tiempo. Allí ya los había olvidado. Un cosquilleo, una inquietud, unos nervios que nacían en su estómago.
La abrió y se asomó. Estaba en el segundo piso. La altura no era mucha, pero tenía miedo. Se apartó y respiró hondo. Volvió a intentarlo. Sacó por encima una pierna y, cuando se soltó del alfeizar, soltó un chillido agudo y bajo.
Calló sobre la hierba. Fresca y rociada de roció le acarició las piernas. Se levantó como pudo. Miró a su acreedor. No había nadie. Nadie parecía haberla visto. Miró arriba. La ventana seguía abierta. La cortina se había salido y la agitaba con lentitud y pulcritud el suave viento, una brisa de apoyo.
Ya no había vuelta atrás.

Cruzó el jardín inquieta. Al punto esperaba ver a Mamá salir de la casa. Avanzar hacia ella. Detenerla. Mamá con su falda corta roja y negra. Mamá con su lazo negro en el cabello largo. Mamá con su piel más clara que ninguna. Más hermosa que nadie. Mamá, la que las había llevado allí.
Pero no apareció.
Llegó a la alta verja y alzó la vista al cielo. Nadie. Nadie la había detenido. Ahora, apoyando la mano sobre la verja, podía huir.
¿Sería capaz?
Una nueva mirada atrás.
La verja chirrió, vieja, anciana. ¿Cuánto llevaba allí? No lo sabía. Nadie lo sabía. Al igual que nadie sabía quién fue la primera doll. Ni cuando llegó. Solo Mamá. Porque Mamá siempre había estado allí. Siempre.
Tampoco nadie había escapado.
Parecía tan fácil…

Salió afuera.
El cielo era gris.
No llovía.
Era libre.



~THE END~

Está muy bien escrito, lo que pasa que en algún momento te pieres un poco y se debe reeler. xd

Lo de presentarlo, puedes hacerlo al de Ana María Aparicio, no sé muy bien como funciona, pero es de relatos cortos y está en un post del foro de Laura.

Jus... Me apetece tirar todas mis muñecas por el balcón, asís erán libres xD

Me ha encantado, de verdad, es precioso y está escrito de una manera muy bonita. Un 10 para el relato ^o^ El final es lo mejor sin duda.

agui_57
No creo que te puedas perder siendo la mayor parte del relato descripciones... Ò___Ó
Al de Ana Maria Apracio tnego uno preparado, y este creo que no cumple el llegar a 7 páginas, aunque no estoy segura ya que el formato es diferente.

Isuky
Son personas, no muñecas. Son lolitas góticas que visten al estilo muñequita, por eso entran dudas.Mil gracias pro el diez, solete *¬*

Abagon escribió:

agui_57
No creo que te puedas perder siendo la mayor parte del relato descripciones... Ò___Ó
Al de Ana Maria Apracio tnego uno preparado, y este creo que no cumple el llegar a 7 páginas, aunque no estoy segura ya que el formato es diferente.

Isuky
Son personas, no muñecas. Son lolitas góticas que visten al estilo muñequita, por eso entran dudas.Mil gracias pro el diez, solete *¬*

Precisamente porque hay mucha descripción a veces se desvía el tema. Pero wno, da igual, era solo un comentario, en general está muy bien.

Y lo del concurso éste te lo he dicho porque me sonaba, lo que no sabía era el mínimo de siete páginas. xd

Me ha gustado mucho, Abagon. Sobre todo porque fueran lolitas góticas, nadie las tiene mucho en cuenta, sobre todo porque sólo hay en Japón, ¿Me equivoco?
Bueno, con decirte que al principio pensaba que eran muñequitas de verdad tipo soldadito de plomo...
Me voy ya. Muchos besos.
Adiós.