Bueno soy nuevo aqui... aunque veo caras(nicks)conocidos... xD
Bueno voy a colgar un relato que puso en el foro de LGG y espero que os guste aunque algunas personas tambien lo han leido(vale, solo Isu)..
Espero que os guste
EMPEZAR DE CERO
En la tristeza, la oscuridad y la soledad de aquella habitación se encontraba María, una adolescente de 15 años. Siempre vestía de negro, su larga y oscura melena le tapaba la cara. Su rostro daba a entender que era una persona que había sufrido mucho en muy poco tiempo. Su piel era blanca como la cal y sus ojos de un verde muy claro, tan claro que dejaban ver el dolor de su alma.
Decidió escribir un diario.
Diario de María 20 de septiembre
Hola.
Voy a contar desde el principio, dónde y cuándo mi vida empieza a caer en picado.
Tenía 11 años, sí, era muy pequeña pero tuve la desgracia de verlo todo…
-¡Cállate ya!-le gritó mi madre a mi padre-¡Estoy harta de que vengas todos los días a las tantas de la madrugada!
-¡Cállate tú! ¡Yo hago lo que me da la gana! Y no me cabrees que estoy reventado-le dijo mientras le agarraba del pelo y estiraba hacia abajo, mi madre intentó zafarse pero no lo consiguió-.Hoy vas a tener suerte. Me voy a la cama- la empujó contra la pared y fue a su habitación.
Yo estaba detrás de la puerta entreabierta del salón, vi a mi madre llorar escondida entre sus manos, sentada en el suelo de espaldas a la pared, y fui a consolarla.
-Mamá ¿estás bien?- pregunté mientras le cogía de la mano.
-Sí, hija tranquila- sorbió la nariz, se levantó del suelo y me llevó a mi cuarto.
-Ahora duérmete y sueña con los angelitos, cariño- me arropó y me dio un beso en la frente.
-Buenas noches mamá.
-Buenas noches María- me lanzó un beso, apagó la luz y cerró la puerta.
No fueron del todo buenas. No pude dormir. Lloré durante horas, hasta que el sol asomó por la ventana. Yo sabía que algo pasaba, no era tonta. Sólo pensaba en lo peor.
Un día me quedé a dormir en casa de mi vecina, Marta, << Papá y mamá tienen que hablar, hoy duermes en casa de Marta>> me dijeron. Parecían felices pero sólo aparentaban, disimulaban, hacían creer que su vida era de color de rosa. Pero esa noche se tiñó de negro. Maldita la noche.
Papá no sólo habló con mamá.
Su alma se fue, desapareció de mi vida, se esfumó. No dijo nada, no se despidió. Yo me preguntaba por qué, por qué se había ido sin decir nada. Con el tiempo descubrí que ella no quería irse, alguien se entrometió en el destino. Lo cambió todo. Cambió mi vida, le arrebató la suya. Él no dijo nada, calló, calló y calló. Y yo lloré, lloré y lloré, como nunca lo había hecho. Tarde o temprano todo se descubriría y él pagaría por lo que hizo. Así fue, pero la justicia vino despacio y tardó en llevárselo. En todo ese tiempo me hizo sentir sucia, pero yo no quería.
A los 3 años de la muerte de mi madre, él empezó a beber. Descuidó su higiene, desarrolló aun más su agresividad y la pagó conmigo. Una tarde que llegué de dar una vuelta por la calle, sola, porque no tenía amigos-ni los tengo-. Vino a mi habitación, iba borracho.
-Vaya, hija, ya eres toda una mujercita-tenía 14 años- ven cariño, no tengas miedo-se acercó-María, ¿tú me quieres?- preguntó el muy cerdo.
-No, te odio-dije mirándole cabreada y con miedo a la vez, me eché para atrás lo más que pude, hasta que choqué con la estantería y tiré varios libros.
-¿Qué?- me gritó, me agarró de la cara y me besó. Me dio asco, nauseas, ganas de vomitar-¿y ahora?-concluyó.
-Si-mentí entre lágrimas. Él era más fuerte que yo y pudo conmigo. Nunca pensé que mi primera vez sería así. Cuando todo acabó lloré hasta quedar afónica, y prometí no llorar nunca más.
Este desagradable momento se repitió una y otra vez, todas las semanas. No podía más. No cumplí mi promesa. No podía impedir que mis ojos se llenaran de lágrimas y salieran al exterior. Era la mejor manera de desahogarme.
Intentando borrar de mi memoria todos esos horribles momentos. Me dediqué a buscar amigos, intenté unirme a un grupo de chicas de mi clase, pero no las aguanto, son muy pijas y su manera de hablar me saca de quicio. Ahora por fin comprendo que no estoy hecha para la sociedad, lo mío es la soledad, y así moriré, sola.
Mis calificaciones también han bajado, aunque antes tampoco es que fuesen muy altas. Pero ahora ya todo me da igual: los profesores, las notas, los amigos, la familia…
No sé qué hacer, no sé cómo acabar con esto, con esta pesadilla.
Tengo que dejarlo aquí por hoy, mi padre ha llegado y hoy toca sufrir.
María siguió sufriendo, llorando, moriría antes de contar todas las lágrimas que derramó durante su infancia. Su padre continuó torturándola. Su vida caía en picado hacia la desesperación, hacia la oscuridad. Cayó en el abismo de la soledad. Su alma se marchitó como las margaritas de su madre; se apagó como la llama de las velas que su madre le encendía para que no durmiera a oscuras. . Estaba claro, su padre intentaba hacer con ella lo que hizo con su madre. Fue la primera víctima. Ahora iba a por María, pero ella lucharía por su vida aunque estuviera harta de vivir.
Un día, un trágico día, María intentó quitarse la vida. Ella estaba en el aseo, frente al espejo, en la mano derecha llevaba una foto de su madre, y en la izquierda una cuchilla. Alzó la vista, se reflejó en el espejo y no le gustó nada lo que vio. María no sólo podía apreciar sus ojos rojos, su cara de odio y cómo le temblaban las manos. También pudo ver en su interior. Sentía odio, frustración, desconcierto, ganas de morir y a la vez ganas de vivir y luchar.
Escogió la opción correcta.
Salió corriendo de su casa y fue directamente a casa de Marta. Hacía años que no hablaba con ella, pero sabía que le comprendería y que podría ayudarla. Juntas llamaron a la policía. Llevaron a su padre a la comisaría y ella se quedó una temporada en casa de Marta. Su cuerpo se estremecía al recordar la última vez que durmió en casa de su vecina.
Al cabo de unas semanas su padre fue encerrado donde permaneció todo lo que quedaba de su triste y arruinada vida.
María y Marta estrecharon aún más su amistad.
Los padres de Marta, muy amigos de la madre de María, la acogieron y quedó bajo su custodia.
María pudo por fin ser feliz. Su vida tomó el camino correcto y desde el día del encarcelamiento de su padre tuvo clara una idea, no cabía la menor duda de que esa sería la decisión más importante de su vida. Desde ese instante supo que iba a empezar de cero…
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Lo dicho Hope u like it